Traduccíón: MaCriTeS
En las últimas décadas, hemos sido
espectadores de un increíble progreso en la manera cómo tratamos las
enfermedades humanas. Desde la búsqueda de medicamentos dirigidos para tratar
síntomas clínicos, como ser el dolor, ahora investigamos los complejos mecanismos
bioquímicos y moleculares que causan una enfermedad en particular. Los
investigadores descubren que, aún aquello que parecía ser un simple problema de
causa y efecto en dos etapas, el número de reacciones secundarias que influyen
en ese problema es mucho más grande de lo que se podría esperar. Una única
proteína en el organismo puede participar de un gran número de reacciones
produciendo efectos distintos. Las repercusiones de esta complejidad van desde
el desafío de encontrar el medicamento correcto para tratar la enfermedad,
hasta la inversión necesaria para hacer con que tal droga llegue al mercado.
Esto es todavía más difícil cuando la condición que será tratada es genética y
rara.
Este concepto es verdadero para la
acondroplasia (ACH). La ACH es rara, con una incidencia de un caso entre 15.000
- 25.000 nacimientos. Los primeros trabajos describiendo el defecto
del gen que causa la ACH fueron publicados en 1994 y, en los años siguientes,
las principales consecuencias metabólicas de la mutación activadora del receptor del factor de crecimiento
del fibroblasto del tipo 3 (FGFR3) también fueron descritas.
La ACH es una condición genética muy
específica. Ella es causada por un cambio único de un aminoácido en una
proteína (FGFR3). Esta proteína es básicamente producida por un tipo
de célula, los condrocitos, y se encuentra localizada casi exclusivamente en un
único tejido, una pequeña parte de los huesos que llamamos placa de
crecimiento, que
es responsable por el crecimiento de los huesos largos. Todavía más importante,
debido a la especificidad genética, existen dos tipos de FGFR3, las isoformas B
y C (moléculas gemelas que presentan solamente una ligera diferencia entre
ellas). Los condrocitos expresan (producen) exclusivamente la
isoforma c.
El concepto de exclusividad es importante
porque uno de los aspectos para elegir el mejor objetivo para el tratamiento de
una condición genética es pensar sobre las consecuencias del bloqueo de una
proteína natural del cuerpo. Como mencione antes, existe una infinidad de
reacciones en las cuales una misma proteína puede participar para producir
resultados diferentes. Por lo tanto, existe un riesgo relevante de causarse
efectos indeseados cuando una proteína de éstas es bloqueada. Tenemos que
preguntar: ¿qué complicaciones irán a surgir si perturbamos la acción de esta
proteína? Respecto a eso, el FGFR3 es una excepción. El conocimiento actual de
la vía metabólica del FGFR3c muestra que hay poca o ninguna participación de
esta enzima en otras reacciones aparte de aquéllas dentro de las tasas de proliferación y maduración (hipertrofia) de
los condrocitos, lo que hace del FGFR3c un excelente objetivo para el
tratamiento de la ACH.
Otras condiciones genéticas, todavía más
raras que la ACH, ya tienen opciones terapéuticas específicas y más están por
llegar. Entonces, ¿qué está sucediendo para que la investigación sobre el
tratamiento de la ACH parezca tan lento? Existen varias razones para que la ACH todavía
se encuentre a la espera de un tratamiento.
En primer lugar, aunque el FGFR3c parezca ser
un excelente objetivo, es difícil de alcanzar. La placa de crecimiento, donde
se encuentran las células que deben ser tratadas, es un ambiente fuertemente
protegido. Ella no tiene suministro directo de sangre, por eso los nutrientes y
los medicamentos necesitan difundir en el intersticio (o matriz celular)
del cartílago, un tejido denso y eléctricamente cargado. Apenas pequeñas
moléculas, con la carga eléctrica adecuada pueden llegar hasta los condrocitos.
La investigación se hace más difícil – y cara.
Segundo, la ACH no es una condición letal o
devastadora. Portadores de ACH probable y frecuentemente sufren con
complicaciones ortopédicas, neurológicas y otorrinolaringológicas y pasan por
desafíos sociales más grandes, pero es improbable que alguien muera
exclusivamente debido a esa condición. Una vez más, en el contexto en el cual
es cada vez más difícil y caro para desarrollar nuevos medicamentos, una condición
como la ACH podría ser vista como excesivamente desafiante y no atraer el
interés suficiente.
Y entonces, ¿cómo se puede resolver
esto?
La literatura farmacéutica especializada ha
señalado una nueva tendencia. Las grandes industrias farmacéuticas están
desarrollando nuevas alianzas con la Academia, donde nuevas terapias
conceptuales están siendo pensadas e inicialmente probadas. Entonces, si un
nuevo compuesto conceptual se vuelve promisor, la industria continúa con la
realización de todos los tests complementarios (pre-clínicos y clínicos)
necesarios para hacer con que un nuevo medicamento llegue hasta las personas.
Para las condiciones raras u olvidadas, esas alianzas pueden permitir el
aumento de la velocidad con que nuevas terapias estén disponibles. Usted puede leer más sobre esta nueva
tendencia en análisis publicados, como este.
A veces, estas alianzas comienzan como
una iniciativa del investigador. Él encuentra una nueva molécula con potencial
para convertirse en un medicamento y la presenta a un patrocinador, permitiendo
que el compuesto continúe siendo testeado. Aquí reside la oportunidad para
aquellas situaciones donde los recursos no son ilimitados, donde iniciativas de
pacientes / familias pueden ayudar a acelerar todo el proceso. Al identificar
mejor el potencial de abordajes terapéuticos, recolectar fondos para ellos, es posible
dirigir la investigación y ayudarla a dar frutos más rápido.
Tenemos ahora una visión amplia de la mutación, lo que la hace pasible de una intervención terapéutica y también una idea de los desafíos para desarrollar los medicamentos. En el próximo artículo, vamos a comenzar a trabajar con las estrategias con potencial terapéutico. Vamos a mirar nuevamente hacia el FGFR3 y conocer su ciclo natural, desde su producción hasta su desintegración. A partir de ahí, vamos a comenzar a mirar hacia dónde, en este camino, el FGFR3 puede ser abordado.
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